La ciencia de los sueños
Es verano y Max y Patrick corretean por casa. Mientras hablamos por teléfono con Rosi, su madre, se oyen gritos, risas y algún llanto. Max ya tiene tres años y medio y su hermano Patrick está a punto de hacer dos. Claire, la otra madre de los pequeños y pareja de Rosi, está trabajando. “Esto de los hijos es muy bonito, pero también es duro”, confiesa Rosi al teléfono, mientras los dos hermanos se pelean y reclaman la atención de su madre.
Rosi y Claire llevaban seis años conviviendo y habían conseguido una cierta estabilidad económica cuando se plantearon seriamente tener hijos y formar una familia. Claire ya hacía tiempo que quería ser madre. Tenía claro que quería vivir la experiencia del embarazo y, además, era la más joven de las dos. La legislación española, tanto en materia de reproducción asistida como de reconocimiento de los derechos de las parejas homosexuales, les ofrecía total libertad para decidir si iniciaban la aventura. Sólo faltaba dar el paso. Finalmente, lo dieron y acudieron al centro de reproducción asistida Institut Marquès de Barcelona.
Barcelona, una referencia mundial
Como Claire y Rosi, decenas de parejas de mujeres acuden cada año a centros de reproducción asistida para hacer realidad su proyecto de familia. El avance de los tratamientos y de la legislación española, en combinación con la experiencia y la excelencia profesional, han hecho de Barcelona un polo de atracción para todo tipo de parejas y mujeres solas que necesitan recurrir a la reproducción asistida.
La ciudad se ha convertido en una de las capitales europeas de la medicina reproductiva y de la investigación biomédica en general. Institut Marquès, con más de 90 años de historia, se encuentra entre los centros con mayor prestigio, puesto que sus resultados (auditados por el gobierno catalán) presentan tasas de éxito que se sitúan entre las más elevadas del mundo.
Semen de donante
“Todo fue bastante fácil y rápido”, afirma Rosi. Claire se quedó embarazada de Max al segundo intento. Fue una inseminación artificial con semen de donante (IAD). “Decidimos intentarlo con los óvulos de Claire. Era lo más lógico, porque ella era la más joven de las dos y la que más deseaba experimentar el embarazo”, explica Rosi. Cuando el pequeño Max vino al mundo, tanto Rosi como Claire tuvieron claro que lo intentarían de nuevo. A pesar de que para Rosi nunca había sido fundamental vivir un embarazo, reconoce que, al compartir la experiencia de Claire, las cosas cambiaron. “La verdad es que notaba que me faltaba algo”, confiesa.
Claire y Rosi no dudaron en repetir la experiencia con Institut Marquès. “En el centro nos propusieron utilizar semen del mismo donante que usamos con Max. Nosotras no sabíamos que existía esta posibilidad, pero nos pareció magnífico”, explica Rosi.
Conocer las opciones que mejor se adaptan a las necesidades y deseos de cada pareja es fundamental. “En Institut Marquès nos abrieron todo un mundo de posibilidades”, afirma Rosi. En el caso de Rosi, la opción más indicada fue la fecundación in vitro (FIV) con semen de donante. “El proceso fue un poco más complicado que en el embarazo de Claire, pero, aun así, me quedé en el segundo intento y nació Patrick”, recuerda Rosi.
Cada pareja, una solución
Ésta es la historia de Claire y Rosi. Una entre muchas. Como el suyo, cada caso es único. No sólo porque existen condicionantes como la edad o la salud, sino porque cada pareja y cada mujer albergan sus propios deseos y convicciones personales. Responder al máximo al deseo de las pacientes, de acuerdo siempre con la evidencia científica y las indicaciones clínicas, es una de las prioridades de Institut Marquès.
Claire y Rosi encontraron su camino. Pero existen otras opciones, como, por ejemplo, recurrir a la FIV con óvulos y semen de donante o a la adopción de embriones. Otra posibilidad, prevista por la legislación española, pero no en muchos otros países, es la denominada técnica ROPA (recepción de óvulos de la pareja), que se ha convertido en una elección cada vez más habitual entre parejas de lesbianas. Esta técnica permite que una de las mujeres aporte los óvulos que, una vez fecundados por FIV, serán transferidos al útero de la otra mujer. De esta manera, la primera mujer participa en el proceso como madre genética y la segunda, como madre gestante.