No es de extrañar que alguna vez hayas experimentado ese fenómeno aparentemente inusual. Llorar después del orgasmo es más común de lo que parece y para analizarlo hay que tener en cuenta la situación.
Generalmente el llanto tras el clímax viene dado por un torrente de hormonas causado por la felicidad que supone el orgasmo. La serotonina y la norepirefrina son las causantes de todo este revuelo. Con esta segunda nos excitamos y, la serotonida en concreto, nos inhibe de la agresividad y del enfado, regula la temperatura del cuerpo y el sueño. Se segrega después del clímax para dejarnos sumidas en un estado de felicidad plena.
Al cabo de diversos encuentros con una misma persona entran en juego la oxitocina que se segrega por la estimulación de los genitales o los pezones causando la sensación de apego e intimidad. Este tipo de vínculo puede estar asociado a una sensación de “amor”, de plenitud, capaz de emocionar y provocar el llanto.
Pero, ¿son esos los únicos motivos? Ojalá lo fueran.
Hay que comprender cada situación para hacer una valoración de los motivos por los que se llora tras el orgasmo. Aunque generalmente el llanto es provocado por una gestión hormonal, puede que otros factores no tan positivos provoquen el llanto.
Sensación de culpabilidad o una depresión pueden ser desencadenantes de las lágrimas que NO son de felicidad tras el clímax. Es imposible no diferenciarlo puesto que los motivos no positivos de este llanto no dejan una sensación agradable. La baja autoestima causante de un sentimiento de desmerecer según qué sensaciones, como la del placer, por ejemplo, pueden sumirte en un sentimiento de culpabilidad.
El desamor y los remordimientos pueden llevarte hasta este terreno de orgasmos y lágrimas. Pero de verdad esperamos que no sea el caso y que el llanto se compagine con una gran y feliz sonrisa. ¿Acaso hay mejores motivos para llorar de alegría?