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Gloria Fuertes, la poeta con la que crecí

21 de marzo de 2018 | Cultura
Gloria Fuertes

Os hablaría de Bécquer si no fuese porque a Gloria Fuertes la tuve, de manera figurada, a medio centímetro de la yema de mis dedos y porque ella fue la base literaria, no de mí en exclusiva, sino de muchos.

Nació y murió en Madrid y durante lo que vivió publicó poesía infantil y adulta, participó en programas de televisión y hasta escribió obras de teatro. Gloria Fuertes fue galardonada nueve veces por sus obras y obtuvo el pasado 2017 el nombre de una plaza de Lavapiés, su barrio, por el centenario de su nacimiento. A grandes rasgos, Gloria.
A rasgos detallados y míos, Gloria era quien me daba qué leer. No voy a mentir, cuando comienzas a leer ver un océano de letras impone y marea. Cuando creces te das cuenta que los libros infantiles no son una categoría inferior de literatura, sino una adaptación al pequeño lector. Te tienen en cuenta como futura devoradora de libros. Metafóricamente, te siembran. Gloria también sembraba con versos breves y rimas. Desde ‘Cangura para todo’ hasta ‘Versos fritos’, tenía letras para cualquiera. Mi primera poesía rimó, seguro, gracias a ella. Yo, como es evidente, tenía un libro grueso e ilustrado. No recuerdo su título, pero sé que las tapas eran mullidas, las hojas satinadas y olía siempre a nuevo. Todos la conocíamos, los veinticinco de clase, los de otros cursos… Murió el año que venía a visitarnos al colegio. Después de Gloria, Bécquer se instaló en mi estantería con otro libro ilustrado.[/vc_column_text]

Han pasado veinte años y ya no la leo. Debería hacerlo, por nostalgia, o descubrir sus obras para adultos: ¿’Isla ignorada’? ¿’Se beben la luz’? ¿’Los brazos desiertos’? No lo sé. Cualquiera, pero siento que se lo debo. Hace tiempo descubrí que era lesbiana, que jamás lo ocultó (y lo reflejó en sus poemas ‘A Jenny’ y ‘Me siento abierta a todo’), y que su familia nunca le apoyó en las letras -supongo que en nada-. Si hecho la vista atrás con lo que sé ahora pienso en lo valiente que fue y lo generoso que resulta plasmar tu realidad para compartirla. Qué proeza educar a toda una generación, Gloria.

A Jenny
Nadie le ayudó,
pero él se hizo mujer.
Cantar cantaba,
era la preferida de los hombres del night-club.
Me dijo:
– En toda mi vida
sólo he leído un libro:
el tuyo. –
Entonces…
le acaricié de verdad
sus pechos de mentira.
-Gloria Fuertes

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