Os hablaría de Bécquer si no fuese porque a Gloria Fuertes la tuve, de manera figurada, a medio centímetro de la yema de mis dedos y porque ella fue la base literaria, no de mí en exclusiva, sino de muchos.
Nació y murió en Madrid y durante lo que vivió publicó poesía infantil y adulta, participó en programas de televisión y hasta escribió obras de teatro. Gloria Fuertes fue galardonada nueve veces por sus obras y obtuvo el pasado 2017 el nombre de una plaza de Lavapiés, su barrio, por el centenario de su nacimiento. A grandes rasgos, Gloria.
A rasgos detallados y míos, Gloria era quien me daba qué leer. No voy a mentir, cuando comienzas a leer ver un océano de letras impone y marea. Cuando creces te das cuenta que los libros infantiles no son una categoría inferior de literatura, sino una adaptación al pequeño lector. Te tienen en cuenta como futura devoradora de libros. Metafóricamente, te siembran. Gloria también sembraba con versos breves y rimas. Desde ‘Cangura para todo’ hasta ‘Versos fritos’, tenía letras para cualquiera. Mi primera poesía rimó, seguro, gracias a ella. Yo, como es evidente, tenía un libro grueso e ilustrado. No recuerdo su título, pero sé que las tapas eran mullidas, las hojas satinadas y olía siempre a nuevo. Todos la conocíamos, los veinticinco de clase, los de otros cursos… Murió el año que venía a visitarnos al colegio. Después de Gloria, Bécquer se instaló en mi estantería con otro libro ilustrado.[/vc_column_text]