Yo no soy LESBIANA, solo me acuesto con ellas
“La verdad es que prefiero que no me llamen lesbiana, suena un poco… a bollera, tortillera, camionera… Yo no soy lesbiana. Creo que queda mejor algo así como que me gustan las personas”. Cuando hizo esa reflexión tan profunda la miré vagamente a los ojos, intensamente a los pechos y mi cerebro solo procesó “bla-bla-Blum-bla-blablum”… Respondí, de forma muuuuy empática, “te entiendo tanto”.
Ella se explayó explicándome las connotaciones negativas de la palabra lesbiana y el sentido de amar un alma independientemente del género. Yo afirmaba con mi cabeza, como uno de esos perritos de goma tan graciosos que antes llevaba la gente en el coche… ¡uy, que me pierdo! A lo que estamos: yo afirmaba más por inercia que por estar escuchándola, porque llevaba el piloto automático (algo que llevo años practicando…).
Os voy a hacer un regalo, lectoras mías (aunque tendréis que esforzaros y ponerlo en práctica), mis 3 consejos a la hora de hablar con una mujer:
1) Asiente con la cabeza.
2) Di la frase mágica cada vez que haga un punto y aparte en su discurso «te entiendo” (se puede intercalar con “ahá”, “ya”, “sí” o “cuánta razón tienes”).
3) Repite lo que ella ha dicho con otras palabras.
¿Qué si funciona? No hay nada que nos dé más placer a las mujeres que tener la sensación (real o no) de ser escuchadas, de que alguien nos ha entendido de verdad y ha conectado con nosotras. Bueno, eso y una buena comida. Por eso la llevé al mejor restaurante de la ciudad, pero ella no probaba bocado, estaba haciendo ese discurso shakespeariano tipo “Ser o No Ser, esa es la cuestión”.
Cuando íbamos por el postre ya no me pude contener más y le espeté con firmeza mirándole a los ojos:
A) Mira guapa, yo sí soy lesbiana y tú te tendrías que dar cuenta de que llevas una hora hablando de este tema, y eres la única que no se ha dado cuenta de que tienes un enorme cartel luminoso en tu frente que grita que eres LESBIANA, ¡asúmelo y relájate!
B) No, yo tampoco soy lesbiana pero me acuesto con ellas. ¿A qué tú también me entiendes? Ya que hemos conectado tanto, podríamos seguir entendiéndonos en tu casa. Esto es en plan amigas, nada lésbico, solo sexo entre dos personas sin género.
C) He pasado una noche encantadora. Ahora si me disculpas, me duele la cabeza así que me voy a casa, sola, a pensar en todo esto tan intenso que hemos hablado y que me ha parecido tan transcendental para nuestra existencia.
Lectoras mías, esta vez, todas las opciones son válidas porque:
a) Asumamos que somos lesbianas y que esa palabra no es el demonio (¡yo soy el demonio!).
b) ¿Qué más da lo que te consideres si vas a pasar la noche conmigo y la vas a disfrutar?
c) A veces cansa tanta tontería (¡coño!) y para hacer de psicóloga ya están las psicólogas.
¿Cómo acabó la velada? Eso queda libre a vuestra imaginación (que de eso vais sobradas…).
Coco Lestan
La No-Lesbiana que se acuesta con mujeres