Sus mascotas y TÚ
Mi vida como lesbiana activa dio un giro de ciento ochenta grados cuando empecé a tener novias con mascota. Es algo en lo que no te fijas hasta que tienes que sacarlas a pasear, darles de comer, cambiar todos tus planes porque hay que ir de urgencias al veterinario y, sobre todo, ese día en que empiezas a sospechar que la mascota eres tú y su novia, la perra o la gata de turno.
En la vida hay una regla universal no fijada en ningún ideario oficial que es llegar la primera. Quien llega primero a la vida de álguien tiene prioridad. Y las mascotas siempre llegan antes que yo. No sé cómo lo hacen, pero ahí están.
Siempre me ha parecido que quien maltrata a un animal es un ser deleznable cuya empatía con el género humano es nula. Pero de ahí a todo lo contrario, hay un abismo. A ellas les molesta que comas mucho y disfrutes.
−Cariño, ¿no crees que es suficiente? ¿Vas a abrir también el taco de manchego?
Sin embargo, aúllan de alegría cuando miran encandiladas como su mascota se zampa dos latas gourmet.
−Te dije que le encantaría, ¿lo ves? Apunta la marca.
Si no estás delante o se acaba de despertar, no distingues a quién le habla, si a ti o a la mascota.
−Mi amor, bonita, buenos días linda, ¿te pongo el desayuno? Yuyuyuyuyu, mi chica preciosa, ayyyy, ¡hermosa!
Pero por el tono de entrega absoluta y las onomatopeyas, ya sabes que no va para ti. Sino para la gata. El primer impulso amoroso del día, si tu novia tiene mascota, no te hagas ilusiones, tiene dueña y no eres tú.
Si la gata o la perra vomita entran en pánico. Creen que una epidemia mamífera los va a defenestrar de una gastrointeritis cancerígena y no atienden a razones.
−¡Dios mío, si se muere, no lo podré soportar! Buahhhh. Claro, lo entiendo, su mundo sentimental paralelo se derrumba. Pero, ¿y si la damnificada eres tú que te han estampado una pelota de básquet en la cara y has caído fulminada? ¿O casi te desnucas en una caída y te ha salido un morado en la espalda que lo flipas?
−Cariño, por favor, ¿me lo puedes explicar después? Ahora estoy ocupada.
He comprobado una cosa después de romper con mis novias con mascota. Ellas me duelen, lo paso mal. A veces, hasta preciso de sesiones de terapia alternativas, pero al final siempre llego a la conclusión de que es lo mejor que nos podía pasar. En cambio, cuando las he olvidado, siempre hay un momento en que echo de menos a sus mascotas.
Pero no, chicas, no sucumbiré. ¡A Dios pongo por testigo que no me haré lesbiana con mascota busca!
Columna de MagLes magazine #18 (pág. 22)
Texto de Laura Freijo