Lesbiana se nace, no se hace. O al menos es lo que puedes ir comprobando durante el resto de tu vida desde que te diste cuenta que las mujeres te atraían.
Por: Samara Martinez
Periodista y escritora| @Sam_Prietova
¡Oh, la niñez! Qué época tan inocente, esa en la que terminar las clases significaba pasarte la tarde jugando, viendo la tele y la maravillosa programación de una o dos décadas atrás, Disney, el parque, los amigos, las amigas y ella, la que era casi una hermana. Cumpleaños, fiestas de pijamas, pulseras a juego, secretos al oído y la complicidad que tanto anhelarás cuando hayas crecido en el formato más pequeño, tierno y puro que jamás encontrarás.
Evidentemente, a esas edad, no podías tener o entender ciertos sentimientos, pero hay situaciones que tal vez recuerdes que pueden ser un indicativo para pensar que, querida amiga, has sido bollo de siempre.
A lo que ahora llamamos crush antes era un flechazo de toda la vida. No sabes por qué, pero alguna niña de tu entorno te llamaba especialmente la atención. En los juegos eras la primera en elegirla para formar equipo, en clase querías estar en su mismo grupo de trabajo y, si la admiración era mutua, pudísteis ser grandes amigas. Pues todo eso es exactamente lo que te pasó con tu primer crush cuando ya asumiste que sí, efectivamente, eras lesbiana; solo que, esta vez, la edad acompañaba.
A ver, céntrate, ¿te acuerdas de lo que veías de pequeña? Vieses lo que vieses siempre había un personaje que destacaba entre los demás y…¿a que adivino? Era una mujer. Ahí estabas pegada a la hora de la merienda como una pequeña psicópata a la pantalla para ver las aventuras o desventuras que viviría hoy. Sí, había cierta admiración, pero admítelo, entre ser ella o abrazarla… ¡Ajá! ¡Lo sabía!
All the things she said, all the things she said, running through my head… Si lo has leído canturreándola queda claro algo bollo dentro de ti ya había allá por el 2000. ¡Ay, las tATu! Si esa misma canción te la sabes en ruso ya es que estabas confirmada en la sagrada orden de las bolleras acérrimas. Todos los pequeños recuerdos de tu infancia y adolescencia puede que te marquen un camino fijo hasta donde estás ahora y te asuste menos -porque no hay nada de lo que temer- el saber que es completamente normal, que hasta tu niña interior lo sabía desde hace tiempo.
Y tú, ¿recuerdas algo que sea un indicativo?