Los seres humanos, desde tiempo inmemoriales, tendemos a etiquetarlo todo. Es normal, viene dado con el lenguaje y es una forma práctica y necesaria que tenemos para distinguir, incluir o descartar sin ambigüedad ninguna. Conocemos lo que nombramos y así no le tenemos miedo, pero entre todo ese mundo, el de palabra igual a idea, hay conceptos que no definen exactamente todo el espectro que existe. Por lo tanto ser heterosexual no te prohíbe ni física ni metafísicamente estar con una mujer. La palabra es efímera y no debería levantar muros.
Son muchos los miembros del colectivo que defienden la idea de que el sujeto que haya mantenido relaciones con personas de su mismo y distinto género, ya es considerado bisexual. Si no es así estaríamos en un caso claro de bifobia, donde no se asume que la bisexualidad pueda existir. Nada más lejos de la realidad, y enteramente a disposición de erradicar cualquier tipo de fobia, entendemos que existe al posibilidad de tener relaciones con personas del mismo sexo sin ser homosexual o bisexual. Además, las apoyamos enteramente.
Conocedora de tu cuerpo
Nadie te conoce mejor que tú, eso está claro, pero tal vez puedas admitir que existe una gran parte de la población -sí, me refiero a la población femenina- que pueden tener una ligera idea de cómo es tu cuerpo y de cómo tratarlo. Dentro este colectivo enorme de mujeres, cada una es un universo, claro está, aunque la ligera ventaja de saber lo que les gusta y compartir misma estructura genital -y no solo genital, porque hay una barbaridad de zonas erógenas- puede que te proporcione una visión nueva en cuanto al sexo en general.
Tu orientación está a salvo
Generalmente cuando alientas a una mujer heterosexual a mantener algún contacto íntimo con otra, ya sea porque crees que encajan o simplemente por animarla a ampliar sus horizontes, la respuesta suele ser un “no, porque no soy lesbiana”. Bueno, a ver, nadie te ha preguntado si eres lesbiana o no. Como explico en el primer párrafo, el lenguaje es demasiado simple y no debería imponer unos límites tan marcados. El deseo sexual es demasiado complejo como para definirlo en una sola palabra inamovible. De todas formas, tu etiqueta de heterosexual no va a quedar reducida a la nada por ello, te lo aseguramos. Además, no hay mejor manera de comprobar que, efectivamente, no tienes nada de lesbiana.
Dejar de demonizar
Cuando dejé claro en líneas más arriba que nombramos para conocer y así no temer, no hablaba del conocimiento en sí del significado, sino de la idea que engloba. Está claro que apoyar al colectivo LGBT no implica que debas pertenecer a él, pero son muchos los discursos de “no tengo nada en contra de las lesbianas, pero yo no hago esas cosas”. ¿Cosas? ¿Qué cosas? Desde ya te digo que no invocamos a satanás mientras lubricamos nuestros cuerpos para descender al séptimo infierno. Entre los hombres que piensan que somos incapaces de darnos placer sin su miembro en cuestión y las mujeres que piensan que somos bichos raros en la cama… Invitada quedas a comparar de primera mano -o dedo- que aquí no hay nada malo.