¿Cómo te diste cuenta de que te gustaban las mujeres?
MARI: Es algo que llevaba dentro, desde el nacimiento. Creo que se desarrolla a medida que tienes conciencia de tu sexualidad, empiezas a tratar con las demás personas y notas que te atraen las mujeres. Cuando tienes sobre los 12 años o así, ya empiezan tus primeros toqueteos,besos…
ALESSANDRA: En mi caso yo me di cuenta desde muy temprana edad que me gustaban las mujeres. Las veía en las películas y las que siempre me atraían eran los personajes femininas. Yendo a la escuela mi maestra desarrolló cierta admiración en mí, pero luego entendí que también era una admiración desde un punto de vista sexual, que me atraía. Y posterior a eso mis vecinas, mis amigas,…y claro todo esto yo me lo tenía que mantener guardado porque no podía ir por ahí diciéndolo. Luego, cuando tuve 12 años, me enamoré por primera vez de una chica y fue mi primera novia: algo dulce, algo tierno,…y fue mi primera experiencia con una mujer.
NANCY: Pues yo creo que bastante tarde, de hecho siempre había tenido novios hasta que tuve 21-22 años o así, y no me había fijado en mujeres más allá de una amistad o qué guapa podía ser; vaya, que no había tenido ningún deseo sexual, creo, o que en ese momento yo interpretara como tal, hasta que una vez conocí a una mujer que me rompió los esquemas. Tenía un partido de fútbol por la mañana y llegó una chica al vestuario y me quedé flipada. Desde ese momento estaba pendiente de ella todo el rato, cuando me enviaba un mensaje me ponía nerviosa,… y así, así, veía que ella me estaba haciendo caso y era extraño para mí, no lo entendía ni conocía a más lesbianas, ni tenía ni idea de que eso era ser lesbiana. Hasta que al final la relación se fue acercando, acercando, acercando,…hasta que un día nos besamos y a partir de ahí fue creciendo.
VICTORIA: Yo no me di cuenta de que me gustaran las mujeres, primero lo que yo quería es ser un chico, pero no sé si era porque me gustaba más lo que los chicos hacían. A los 3 años yo, que vivía con mi abuela, le dije que quería ser chico, ir al médico para que hiciese como un milagro y volverme chico. Y a partir de ahí empezó el dilema. Era un pueblo de Castilla y por mi edad la cosa era como muy retrógrada y allí tuve mis primeras dificultades. La primera novia que tuve fue a los 7 años, yo ya sabía lo que quería y dónde estaba; fui bastante precoz.
¿Qué sentiste en aquel momento de tu vida?
ALESSANDRA: La verdad es que me sentí bastante rara, me sentí confusa. Me habían educado en una familia religiosa tradicional, en la que obviamente esas cosas ni siquiera se hablaban. Para mí fue un conflicto, una lucha interna conmigo misma, hasta cierto punto tratar de negar mi identidad. Luego cuando ya no la pude negar más fue obviamente esconderme con mi novia de ese momento y vivir lo que teníamos.
MARI: Yo me sentí normal porque claro era otra época ya. Pero si es cierto que en las primeras relaciones me escondía bastante y nos dábamos la mano, el contacto físico, dentro de casa y todo muy tabú.
NANCY: Pues yo lo que me costó fue entender que realmente me estaba gustando una mujer, pero en el momento en que lo comprendí me dio exactamente igual, lo viví súper bien, supongo que reforzada por la idea de que estaba enamorada. Me daba igual todo, no tuve ningún problema ni siquiera en contárselo a mis padres ni a mis amigos, no por el hecho de que me gustaba una mujer sino porque estaba enamorada de ella y tiraba para adelante. No sé si de otra manera hubiera sido tan fácil…
VICTORIA: Como era tan pequeña no tuve ninguna conciencia de nada. Fue después, y no por mí ni por mi familia porque lo mío era natural y normal, sino por cómo los demás podían pensar de mí. Pero eso fue cuando tuve 17-18 años entonces intenté, no disimular, sino esconderme un poco por los demás, no por mí.
¿Cómo reaccionó tu entorno cuando saliste del armario?
MARY: Mi familia ya se lo imaginaba, entonces no les sorprendió, les pareció bien y me aceptaron tal cual; mis amigos cercanos algunos se lo imaginaban y otros se sorprendieron. En general la gente que no te conoce del todo en la escuela al principio te miran raro cuando sales del armario y dices que eres homosexual, como que sientes un poco de rechazo hasta que luego ya lo ven normal.
NANCY: Yo mis amigos, perfecto: ningún problema. Se quedaron un poco sorprendidos por el hecho de que claro había estado siempre con hombres y era como raro a esas alturas (25 años) pero muy bien. Y mi familia pues pasó una cosa que, paralela a mí, es que mientras yo me estaba enamorando de esta chica, mi hermana que es 5 años más pequeña estaba ya saliendo con una chica con lo que mi madre ya estaba con la mosca de que tenía una hija lesbiana. Para nada se lo pensaba de mí porque yo tenía novio con lo que yo era como la salvadora de la familia, y claro cuando le dije que tenía yo también novia, la pobre mujer se puso fatal en ese momento, entre las dos la dejamos hecha polvo. Bueno, con el tiempo ya está perfecta con nosotras.
VICTORIA: El problema eran las amistades porque estaba en un colegio de monjas y yo disimulaba. Un buen día fue mi madre la que me lo dijo “tú eres lesbiana” y entonces ya dije pues sí y a partir de ahí dejé al novio que tenía para disimular y me dediqué a mi vida dentro de lo que pude. Después de Ciudad Real, estuve en Alicante que también es un sitio muy provinciano y había que tener cuidado. Me realicé más cuando llegue a Barcelona.
ALESSANDRA: Bueno, yo realmente no salí del armario, sino que me descubrieron. Yo también estaba en un colegio católico y estaba enamorada de mi primera novia. Yo le escribía cartitas (porque ella estaba en un grado inferior y nos comunicábamos por cartas) y una maestra encontró una carta y bueno, ¡se montó una! Se enteró todo el mundo. Fue horrible, ¡realmente horrible! Mi madre pues me decía que la estaba decepcionando… que le estaba rompiendo el corazón…que era lo peor que le podía pasar. Me hizo sentir muy culpable y, posterior a eso, cuando el resto de mi familia se enteró era muy incómodo porque estaba yo con ellos y me miraban con esa cara de “sabemos que hay algo aquí que no está bien, que hay alguien de nosotros que está haciendo algo que no es adecuado” pero nadie se atrevía a hablarlo. Entonces me hacían sentir como que yo era diferente, que era rara y eso afectó mucho mi personalidad. También perdí muchas amistades del colegio cuando se enteraron de que yo era lesbiana. Perdí muchas amigas de infancia porque sus padres no querían que salieran más conmigo pensando que yo las iba a jalar a ese agujero negro. Después me mudé a California justo por eso, porque decía “si aquí no me quieren y no me aceptan, pues me voy”. Allí encontré la luz al final del camino.
FEDERICA: En mi caso fue muy triste porque mi mamá a día de hoy no quiere conocer de mí, no quiere aceptarme. Nunca me preguntó si tenía pareja o cómo estoy. Para mí expresarme y ser visible es simplemente poder decir “Hola, soy Federica y tengo pareja, soy lesbiana.” Creo que es la primera cosa que digo por haber reprimido mi forma de ser por muchísimos años. Desde los 6 años ya tenía novia, porqué no tengo que decirlo si es algo que me pertenece y creció conmigo. En mi caso no fue por probar o por curiosidad, en mi caso nací así y cuando tienes que enfrentarte y vivirlo… es mucho más complicado supongo. Llevarlo desde dentro, desde el nacimiento…
NANCY: Es una lucha que no llegas a comprender. Yo lo he comprendido pero era suficientemente madura como para darme cuenta de que no pasaba nada. Si tienes 7-8 años pues tal vez la cosa es más loca porque tú misma ya no entiendes nada de nada. Tampoco sabes a quién decírselo. Yo a veces pienso que, entre comillas, he tenido bastante suerte en ese sentido porque lo he aceptado bien, pero porque también era ya mayor, mi entorno ya era adulto; también me muevo con un tipo de gente que es bastante liberal y aunque sean heteros les da igual lo que yo haga, me quieren y me van a respetar siempre. Es muy distinto, estoy segura de que tiene que ser completamente distinto.
¿Para ti es importante ser visible?
ALESSANDRA: Para mÍ es muy importante sobre todo viniendo de un entorno de represión. Viví prácticamente 25 años de mi vida así, teniendo que fingir ser otra persona y actuar diferente, actuar con miedo, con vergüenza. Para mí, hoy en día es un orgullo poder ser quién yo soy, mi identidad, sentirme de verdad feliz de ser lesbiana. Para mí es un orgullo ser lo que soy y yo quiero ayudar a que tengamos una comunidad fuerte, que no nos sintamos aisladas ni que somos menos. Hay que decir con fuerza: ¡Aquí estamos!
MARI: Sí, es importante ser visible y que la gente no te mire raro. En otros países pasa mucho, incluso que te llegan a matar por ser homosexual. Aquí en Barcelona se lleva bastante bien.
NANCY: Yo creo que es importante la visibilidad ahora mismo en tanto en cuanto ser lesbiana todavía constituye como una graduación menos en esta sociedad. Por lo tanto, sí que tenemos que luchar, por lo menos, para conseguir una igualdad. En el momento que consigamos esta igualdad que esperamos creo que la visibilidad de cualquier cosa tiene que ser la normalidad y por lo tanto vivir como lo sentimos ser lesbianas o gays o bisexuales, o lo que sea, pero sin tener que reclamar por nada porque simplemente estas cosas ya te vienen dadas.
VICTORIA: La visibilidad para mí es lo lógico, el sentido común, después de lo que se ha luchado, primero con el feminismo y luego con todo lo que las lesbianas anteriores a vosotras han hecho. Por lo tanto, yo ahora ya no diría visibilidad porque para mí ahora eso es como un derecho adquirido. Es la normalidad. Yo creo que el problema ahora lo tenemos dentro de nosotras. Que nos discriminamos nosotras por clases, por edades, por raza o color y yo creo que el problema lo tenemos ahí. No es lo que ya se ha hecho anteriormente, eso es una lucha que yo llegue aquí en los años 75 y se puede decir que se ha estado en la cárcel por ser lesbiana. Antiguamente ya se luchó: por el aborto, por el divorcio, y por muchas cosas más. Entonces para mí eso ya no tiene ningún sentido, es más problemático el getto en que estamos metidos. ¿Has hecho algo tu, personalmente, para apoyar la visibilidad?
NANCY: Supongo que no esconderme. Lo más primario que he hecho y lo único que se me ocurre ahora mismo. Participar lo más que puedo, en movimientos y todas las cosas que persigo en la vida en general. Y esta es una cosa que puedo aportar. Sabes, es simplemente no esconderme. Si tengo pareja ir por la calle con ella, entrar en la normalidad.
MARI: Yo igual que ella. No esconderme en ningún momento y participar en las fiestas y en los eventos culturales que se promueven últimamente.
ALESSANDRA: Aquí en Barcelona básicamente he apoyado los eventos, pero cuando estaba en California sí que activamente participaba en el Pride. También allí hay más asociaciones LGTB, me gustaba ser activa porque cuando yo finalmente discubrí mi identidad dije: “si nosotras mismas no defendemos esto que tenemos, ¿quién lo va a hacer? Y claro, allí hay un movimiento más grande y por eso estoy aquí también con esa inquietud y estas ganas de que aquí se pueda promocionar mucho más eso. Es como tu ADN, nadie me lo quita y soy lo que soy y me siento orgullosa de serlo.
VICTORIA: Yo he hecho de todo. Empecé muy pronto, muy activamente. Cuando llegué aquí eran los últimos años franquistas. Era una situación muy difícil y en muchos eventos que se hacian, aparecía la policía y te podian detener en base a la ley de vagos y maleantes. No sé, hemos hecho de todo. Hemos hecho fiestas, congresos, revistas, y lo último que hicimos fue en el año 86 cuando creamos La Nostra Illa que está en el barrio de Gracia. Es un bar que lleva 25 años funcionando sin ánimo de lucro. Lo estamos manteniendo como podemos, haciendo cenas, charlas y un poco de todo por mantenerlo. ¿Cómo te gustaría que fuera la sociedad en este sentido dentro de unos años?
NANCY: Como he dicho antes, me gustaría que todo fuera normal, que cualquier persona que tuviera algo “diferente” no constituyera ninguna mala mirada, ningún problema, ningún debate… que simplemente la gente pueda actuar dentro de un límite que es el respeto hacia todos los demás. Lo normal es que la gente nazca, crezca, viva y se muera sin tener que estar escondiéndose por nada. Sea por sexualidad, preferencia política, religiosa o lo que sea. Eso es lo que me gustaría en general.
MARI: Que se elimine la diferencia entre clases, a las personas no hay que clasificarlas.
VICTORIA: A mí me gustaría no llamarnos lesbianas. Simplemente somos mujeres y que cada una elige su camino. Nada de gettos, nada de separaciones, nada de tener que hablar de visibilidades…que todo esto no exista. Es decir, que seamos mujeres y que nadie te tenga que preguntar: “¿y tú que sientes?”, “¿y tú a que bar vas?”. Sino que todo sea mucho más natural.
ALESSANDRA: Que no haya más etiquetas, que haya igualdad. Quiero vivir plenamente como cualquier otra persona, ¿no?. No creo que eso sea pedir mucho, ¿cierto?
¿Crees que es difícil comunicar al entorno que te gustan las mujeres? ¿Cómo fue tu caso?
FEDERICA: Ser una minoría respecto a la multitud de la gente. No poder expresar por ti misma o sentirte libre…Tener que escapar, irme a Londres, irme a vivir a otro sitio porque mi familia no lo acepta.
ALESSANDRA: Para mí fue igual. En Latinoamérica es horrible.
FEDERICA: Es un problema por la familia principalmente y después por la comunidad porque mi mamá dijo “¿Y ahora que digo a la gente?”
ALESSANDRA: Sí. A mí me decían que los vecinos hablan.
FEDERICA: En Italia es un 50 y 50 entre la religión y el machismo. Por un lado hay mucho machismo, los hombres se imponen a las mujeres; y por otro lado, la jerarquía religiosa que quieras o no influye muchísimo.
ALESSANDRA: Sí, porque estás haciendo algo malo, terrible, pecado…
FEDERICA: La Iglesia desde siempre… tengo muchos amigos que trabajan en el Vaticano y lo que me cuentan son episodios de curas que les gustan los chicos y entonces sabemos que es un sitio dónde todo pasa, solo que no se tiene que saber. Se mantiene la doble moral. Además, en Roma especialmente, yo vivo muy cerca del Vaticano y ahí la gente te pega si realmente tú vas caminando por la calle con tu pareja, te tiran piedras,…
ALESSANDRA: Cómo en Latinoamérica. Hay chicos que casi los han matado a palos por ser gays.
FEDERICA: Yo lo llevaba mal, no entendía porque me tenía que sentir culpable. Y hasta el día de hoy, con 30 años, me sigo sintiendo culpable porque veo a mi mamá y nunca me han gustado los chicos, ella nunca habló conmigo de esto, tengo un sentimiento de culpabilidad hacia ella, hacia mi familia, y me hace vivir mal. Cada vez que vuelvo y hablo con ella siento que jamás me ha conocido hasta el fondo, nunca me ha preguntado y nunca se lo he dicho de forma abierta. Por otro lado es un poco ridículo sentirse culpable.
ALESSANDRA: Mi madre, como tú dices, quizás por esa misma herencia que tiene del catolicismo y la familia tradicional, porque mi madre es de origen italiano, para ella es lo peor que le pudo pasar en la vida; en cambio mi padre, que es latino y supuestamente un “macho”, es el que me apoyó y que a día de hoy es la persona más dulce, sí me pregunta y se interesa. Mi madre, en cambio, “¿estás bien?, ¡qué bien!”, pero nunca me pregunta “¿con quién estás?” o “¿eres feliz en tu vida amorosa?”. Yo quisiera poder decirles cuando me he enamorado de una chica, que he estado loca por ella…que nunca me he enamorado de un hombre, me he enamorado de una mujer. No puedes compartir esa parte de tu vida tan íntima con tus propios padres…es muy fuerte.
VICTORIA: Mi madre me lo dijo a mí con mucha naturalidad, me dijo “no disimules, porque la que te estás haciendo daño eres tú. Y puedes hacer daño a otra persona, a este novio ficticio que te has montado, incluso le puedes hacer daño. Vive tu vida y déjate de historias”.
ALESSANDRA: ¡Qué bien!
VICTORIA: No tuve ningún problema con ella.
FEDERICA: Por un lado pienso, ¿es cultural o es de inteligencia? A veces he pensado que tenía amigos con sus padres muy humildes y al contarlo ni se sorprendieron, ni hicieron malas caras, ni hicieron sentir a sus hijos culpables. Y de repente conocía a gente de un nivel social mucho más elevado que hasta echaron de casa a sus hijos….médicos y supuestamente gente de cultura, de estudios… que casi no podían con esto. Es curioso para mí escucharos con diferencias de edades y de culturas diferentes.