Hola Laura,
Muchas gracias por escribirnos. Lo que cuentas seguro que a nuestras lectoras les suena o les ha tocado de cerca: por haberlo vivido en persona o en su pareja, o por conocer amigas a las que les ha pasado. Entre mujeres parece ser que se crea muchas veces una dependencia mayor que en otro tipo de relaciones por una tendencia simbiótica a fundirse con la pareja.
A partir de esto y pensando en tu consulta, el otro día se me ocurrió la teoría de los planetas y los satélites. Según nuestro momento vital, nuestra madurez emocional y nuestras experiencias, podemos ser unos u otros.
Satélite emocional:
Aquellas personas que funcionan de manera dependiente frente a otra debido a una relación. Todas las mujeres hemos podido ser satélites emocionales alguna vez en nuestra vida, esto sucede porque dejamos que otra persona defina de alguna manera quiénes somos cediéndole un poder que a veces puede ser desmesurado. Cuando esto sucede olvidamos parte de nuestra esencia: nuestra independencia, nuestra fortaleza, cambiamos hábitos para ajustarnos a la otra persona, cedemos ante sus opiniones (aunque ella no lo haga por nosotras), nos asusta en exceso el miedo a perderla, nos adaptamos a su forma de ver el mundo, etc.
Cuando esto sucede generamos una tensión interna que se mantiene y que puede dar lugar a síntomas físicos (insomnio, dolor de espalda, etc.).
Satélite funcional:
En este caso, se trata más de una adaptación al mundo de la otra persona, no tanto a nivel emocional, sino a nivel práctico. Sobre todo puede suceder cuando una persona reside en un lugar y la otra persona se traslada a ese sitio (piso, casa, pueblo, ciudad, país… ). Una de la pareja se adapta totalmente a la vida de la otra cambiando hábitos, gustos, absorbiendo las rutinas de la otra, compartiendo vida social, etc. Esto puede ser circunstancial, pero si se mantiene durante el tiempo puede generar una sensación de desarraigo y crear un desequilibrio en la pareja a partir del cual pueden aflorar discusiones.
Ser un planeta:
Ser un planeta significa ser consciente de cuándo somos un satélite y buscar nuestro centro, nuestra esencia (quiénes somos, qué nos gusta hacer, de quién nos gusta estar rodeadas, cuáles son nuestros hábitos) y recuperarnos a nosotras mismas. Tanto si estamos como si no estamos en una relación, es importante que nos mantengamos leales a nosotras mismas y que creemos relaciones equilibradas con los demás. Todo son ventajas cuando hacemos esto ya que las personas nos sentimos atraídas por personas que son ellas mismas y cuando una ejerce de planeta y la otra de satélite, la que gira alrededor de la otra puede sentirse vulnerable e insegura y la que ejerce de planeta puede sentirse demasiado responsable y puede echar de menos a la persona que conoció en primer lugar y que tenía su propio mundo.
Laura, mi consejo es que intentes recuperar tus hábitos, tus amistades, lo que te gusta hacer, y saques tiempo para ello sin tu pareja. También que pienses en ese miedo que sientes por perder a la persona que tienes a tu lado y que te plantees si justamente no te estás boicoteando a ti misma y por miedo a perder ya la estás perdiendo.
Sé tú misma siempre, porque quien te quiera, te respetará tal y como eres. Es normal que queramos pasar tiempo con nuestra pareja y que nos interesemos por su mundo, pero también es importante que le mostremos el nuestro y nos enriquezcamos mutuamente. Y por último, busca ese centro, esa tranquilidad, huyendo de relaciones desequilibradas o en las que una tiene mucho poder; buscar un equilibrio y una reciprocidad es difícil, pero es necesario para crear una relación madura. «No busques tu media naranja, busca una naranja que ruede a tu lado.»