Soy de las que piensa que la religiones son como los -y lo digo sin caer en la vulgaridad- miembros masculinos en todo su esplendor. Puede gustarte, puedes sentirte cómodo y orgulloso, pero no está bien meterlo a la fuerza (aunque esto último no le queda claro a todo el mundo, pero eso es otro debate).
También soy de las que reflexionan sobre la veracidad de unas palabras escritas hace más de 2000 años. No es por desconfiar y por intentar quitarle la intención de querer mejorar el mundo a cualquier religión, pero sí que es cierto que si se pueden malinterpretar palabras en nuestro mismo idioma y en un mismo día, qué no se ha podido hacer con escritos en arameo en dos milenios.
Dicho esto, me veo enfrascada de casualidad a un blog cristiano llamado Buenas Nuevas. Vamos, que según el nombre del medio, se hacen eco de noticias realmente esperanzadoras. Y no es para menos, deben estar fascinados y jubilosos por esta gran batalla ganada de Dios -o en nombre de- donde relatan la historia de Emily Thomes, una chica que salió del armario a los 15 años para volver a meterse a los 20. ¿Por qué? Por la palabra del Todopoderoso y temido. Ahora Emily está casada con un hombre, vamos, que es bisexual pero ella se lo toma como que se ha “curado”.
Después de acudir a un estudio bíblico Thomes se preguntó “Entraré yo en el reino de Dios?”. Evidentemente la respuesta era negativa según lo que le habían explicado en esa lectura de la Biblia.
Asumo que Emily antes de eso seguía siendo una persona con fe cristiana por varias cuestiones. La primera es que ella relata cómo se justificaba a sí misma convenciéndose que Dios era amor y no tenía porqué temerle. La segunda es porque Emily asume una vida después de la muerte tan solo al alcance de quien viva bajo las restricciones de ese Dios. No te lo pierdas, que hay un vídeo reportaje:
La conclusión que saco de todo esto, es la confirmación de que existe una incansable lucha que alberga mucho más que religiosos contra ateos. De hecho, a la vista está que el ateísmo poco o nada tiene que ver con la homosexualidad. Esta confrontación traspasa las barreras del individuo donde la fe —este ejemplo concreto de la fe cristiana— no tiene espacio para albergar ambos prismas. Es decir, la religión cristiana se vende como incompatible con algo que no sea cis, hetero y normativo. Y no solo eso, sino que utiliza el miedo como arma.
¿Amor vs. miedo? A ver si vamos a tener que empezar a adorar las carrozas del Pride para que todo el discurso de ama al prójimo coincida.