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Lo que las chicas nacidas en los 90 sabemos

14 de marzo de 2018 | Cultura

Nací un viernes trece como buena oveja negra y, por si fuese poco, me adelanté mucho. Supongo que puedo vendértelo diciendo que estaba ansiosa por llegar al mundo, pero no lo creo. A partir de ese momento no he llegado puntual en mi vida para contrarrestar el adelanto tan exagerado con el que vi la luz por primera vez.
En fin. La primera vez que escuché la palabra lesbiana que me acuerde fue porque la pronuncié. Evidentemente la tuve que haber escuchado antes alguna vez, pero no sabría decirte dónde ni en qué circunstancias. Tenía unos cinco o seis años y lo hice porque confundí la palabra “albina” con “lesbiana”. Tengo fijación por ambas palabras y personas hoy en día, he de decir. Mis padres me aclararon la diferencia y lo que que era una confusión fonética arrastrada por mi dislexia no diagnosticada, hoy en día es lo que a grandes rasgos -enormes- me define.
Cuando esta pequeña confusión se plasmó en mi lóbulo occipital estábamos en 1997, más o menos. Marlene Monroy salía en la televisión luciendo curvas, la Interview estaba en todos los kioskos, Noche de Fiesta reinaba el prime time de los sábados y la hipersexualización de la mujer no se palpaba porque ni siquiera se reconocía. Mira, ese puede ser el primero de los puntos que nos diferencia del resto de generaciones. No lo hemos visto los suficientes años para tenerlo como base arraigada pero si lo suficiente para notar el cambio o al menos el deseo de cambio: no queremos la cosificación y entendemos el porqué. Feminismo, nos has hecho un gran favor.

Total, que crecí alrededor de un la hipersexualización a la mujer pero ni rastro de diversidad en el terreno sexual. Bien es cierto que no tenía edad, pero ¡que me aspen -siempre he querido usar esta expresión- si alguna de mis amigas tenía una familia homoparental! Las nacidas en los 90 sabemos que estos últimos 20 años han sido clave gracias a los pasos agigantados que se han dado en cuanto a diversidad sexual. Ha pasado delante de nuestros ojos, hemos visto historia LGBT en directo. Tenemos comprobado que la visibilidad ha sido tan necesaria como el haber tenido en 2005 un partido político que acompañase al pueblo en sus necesidades y pusiese en práctica la justicia social. Que ahora nos vengan a nosotras a decirnos que no vale de nada quejarse. Por de pronto yo me puedo casar desde hace trece años. Jaque mate.
Si me preguntas cómo resumo esta sabiduría millenial, te diré que en algo así como ‘revolución esperanzadora’. Sí porque la revolución es evidente y porque la curva de la ola cada vez se contrae más y más para rizarse. Si nosotras fuimos la chispa que se encendió hace más de veinte años encendida mitad por el silencio y mitad por las bocas que se acallaron en el pasado, las que vienen -las nuevas generaciones- son las próximas en prender. Cada vez con más voz, cada vez más seguras, con estelas de homofobia desgastándose y muriendo por el camino.
Como una foto vale más que mil palabras, cierra los ojos y visualízate sonriendo, con el viento y la luz de cara. Eso es lo que sé habiendo nacido en los 90.

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