Los reclamos de la comunidad LGTB en Italia: el sí más esperado
Fue en el año 2010 que el parlamento argentino aprobó el matrimonio igualitario, lo cual significó el derecho al casamiento entre personas del mismo sexo y la posibilidad de adoptar niños. En aquel momento la medida fue vista como “de vanguardia” dado que Argentina se convertía en el primer país de América Latina en garantizar tales derechos.
Antes, durante y después de la ley, se instauró un intenso debate social en el cual distintas voces hicieron oír sus contrastantes posturas. Por un lado, los sectores conservadores referían una y otra vez al orden natural de las cosas y a la necesidad divina de que sean un hombre y una mujer las células primarias de la sociedad. Por otro lado, los sectores progresistas y activistas de organizaciones sociales, aprovechaban para difundir un mensaje de igualdad y libertad social, sin distinciones de ningún tipo entre los ciudadanos. Felizmente, tras una votación muy reñida, en el parlamento ganó el “sí”, y fue entonces que el país entero se vistió con los colores del arco iris.
Hoy en día, la legalización del matrimonio gay ya es una tendencia creciente en todo el mundo. Tal es así que países como: Estados Unidos de América, Irlanda y Eslovenia, se sumaron a la veintena de aquellos otros en los cuales el matrimonio entre dos personas del mismo sexo es moneda corriente: Holanda (2000), Bélgica (2003), España (2005), Canadá (2005), Sudáfrica (2006), Noruega (2008), Suecia (2009), México (2009) Portugal (2010), Islandia (2010), Dinamarca (2012), Uruguay (2013), Brasil (2013), Francia (2013), Nueva Zelanda (2013), Reino Unido (2013), Luxemburgo (2014), Finlandia (2014).
Con estos datos podemos apreciar que el mundo está dando un nuevo sentido a la homosexualidad. Esto se debe, en parte, a que el movimiento LGBT (siglas que refieren al colectivo de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) lleva largos años desandado una batalla contra la homofobia, que ha ido ganando fuerza a lo largo del tiempo.
La marcha gay de Milán y los reclamos del movimiento LGBT
Si bien ser homosexual para el común de la gente ya no es visto como una carga negativa, como una degeneración, una enfermedad o incluso, como un castigo divino, todavía existen miradas encontradas y puntos de vista que generan polémica en la aceptación definitiva. Es precisamente por esto que las marchas del orgullo, son una forma de seguir insistiendo con los viejos reclamos y de hacer escuchar los actuales.
Italia es uno de los pocos países europeos que no tiene una legislación específica contra la homofobia, ni permite casamientos entre personas del mismo sexo. Si bien esto último representa un atraso respecto del resto de los países Europeos, lo que más preocupa en Italia es precisamente la homofobia. Ya que ésta puede llevar a hechos de violencia que, al no ser penalizados, se naturalicen. Un triste atecedente respecto de la homofobia y su tratamiento institucional, fue un hecho ocurrido en el año 2010, cuando el ex primer ministro Berlusconi, ante un escándalo que lo vinculaba con fiestas de prostitutas menores de edad, en su defensa afirmó: “es mejor ser apasionado por las chicas guapas que ser homosexual».
Dada esta realidad socio-política tan particular, en Italia la marcha del orgullo es un acontecimiento que se vive con mucho entusiasmo y expectativa: es la oportunidad de la comunidad LGTB de salir del silencio y la clandestinidad, y hacer visibles sus reclamos. ¿Qué reivindicaciones piden los que marchan? Simplemente igualdad ante la ley, mismos derechos y mismas obligaciones que los demás ciudadanos.
Todo cambio social es un proceso, y como tal, demanda tiempo y esfuerzo colectivo. Afortunadamente, al Milano Pride 2015 concurrieron mujeres y hombres de todas las edades, es decir, desde abuelos y abuelas a niños y niñas. En sus rostros prevalecían las sonrisas y se respiraba un aire de festejo y de carnaval. Se podían ver juguetes para tirar agua, banderas de colores, pelucas, globos, en efecto, se estaba organizando una fiesta popular.
La marcha del orgullo, si bien estaba planificada para las 16 horas, desde mucho antes comenzaron a arribar personas desde distintos lugares a la plaza Duca D’Aosta, punto de partida dela misma, para luego, todos juntos marchar por las calles céntricas de la ciudad hasta llegar a Porta Venezia, sitio donde se realizaron discursos y se bailó con canciones como «I want to break free” (1984) del mítico Freddie Mercury, al ritmo de la igualdad.
Texto: Lucía Crucci
Fotografía: Guido Balduzzi