Hay relaciones que no terminan de cuajar. Es normal, hay gente con la que no terminamos de ser compatibles o, aunque nosotras nos veamos compatibles con esa persona, puede que ella tenga motivos suficientes para no dar un paso más y prefiera prescindir de nosotras. No pasa nada, a todos nos han rechazado alguna vez. Un litro de helado de chocolate y una temporada de The L Word curan cualquier corazón roto. El problema viene cuando abren la herida una y otra vez y no dejan cicatrizar.
El perrohortelanismo consiste en establecer una dinámica del ‘ni contigo ni sin ti’ o recibir un mensaje o una llamada cada vez que te has resignado a olvidarla.
Asumir que has perdido a la persona o que no eres la mujer que ella busca, es, hasta cierto punto, fácil. Te acabas haciendo a la idea de que tu camino debe seguir por otro que no es el suyo. De la noche a la mañana ¡ZAS! Un mensaje nuevo: Hola, ¿cómo estás? Bien, tirando, cómo vas a estar. Vuelta a las andadas y vuelta a engancharse.
En el mejor de los casos serás inteligente y te limitarás a ser cordial en el caso de que quieras contestarle; en el peor, estás perdida.
Como lo vuestro no ha podido ser, quedará el buenrrollismo porque, ¿quién dijo que no podíais ser amigas? Empezaréis a tener una relación de amistad muy sana y divertida. Pasará el tiempo, encontrarás a alguien y con toda confianza se lo contarás, ilusionada, tal vez. Su tono cambiará aunque no asumirá que tiene celos. Eso te confundirá y, a riesgo de equivocarte, plantará en ti la semilla de la duda. Ella no quiere estar contigo por la razón que sea, pero no quiere compartirte. Que la compre quien la entienda.
Los casos de perrohortelanismo pueden evitarse con el conocimiento del término y de la situación. ¡Dí no a las medias tintas! Asegúrate de que no quieran volverte loca.