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Sexo anal, ¿tabú lésbico? ¡Atrévete!

5 de mayo de 2017 | salud

Plantearlo ya es un reto difícil. Por mucha confianza que tengas con tu pareja, puede sonar a descabellado si siempre habéis sido “tradicionales” (dentro de lo que cabe, claro) y os ha ido bien. Pero que te guste la lubina no significa que de vez en cuando te guste una sardina a la brasa. Y es que sobre sexo hay mucho escrito, todo diría,  pero esta sobreinformación muchas veces se divide y se reparte dentro de los diversos colectivos. Error. Que un hombre heterosexual diga que jamás se dejaría hacer sexo anal porque no es gay es el mismo prejuicio que decir que jamás recibirías sexo anal porque eres lesbiana. Mente abierta.

Fuera prejuicios

Para disfrutar del sexo hay que dejarse llevar. Olvida todo lo que has visto en películas que se alejan estrepitosamente de la realidad y céntrate en sentir. Olvida también esa desastrosa experiencia que te contó una amiga con más pudor que sinceridad. ¿Qué deseas? ¿Qué te pide el cuerpo? ¿Te excita? Si es así y todas las partes del encuentro están de acuerdo, no hay nada malo en ello.

Si ya es una práctica bastante vetada de por sí, entre mujeres mucho más. Generalmente se entiende que el sexo anal es únicamente para el placer del hombre. La presión que ejerce el esfinter sobre el pene es mayor, por lo que se obtiene mayor placer. Además, la sodomía está ligada a la dominación, situación que muchas mujeres descartan. La sumisión es su rol sexual que, aunque no sea siempre así, se le otorga a las mujeres por defecto. Por ello hay que olvidarse de los prejuicios y actuar con deseo, ni más ni menos. Siempre disfrutarás de algo que quieras hacer.

Y, ¿duele?

El placer está ligado al dolor. Al fin y al cabo es una fina y casi imperceptible línea la que separa ambas sensaciones. Es una cuestión de nivel de estimulación de las terminaciones nerviosas, por lo que esto no es apuntar y disparar, hay que preparar el terreno. Si bien es cierto que la contracción del esfinter es un acto reflejo para evitar situaciones que hayan peligrar nuestra salud, puede llegar a relajarse y puedes ser capaz de controlarlo. 

El dolor va muchas veces ligado a la falta de práctica y a los nervios del momento. Debe ser una situación placentera para ambas partes, por lo que no dudes en parar si no lo ves claro, la opción de poder hacerlo te tranquilizará. Disfruta del acto como si de un viaje redescubriendo tu cuerpo se tratase, puede que llegues a sitios que jamás pensaste que tuvieses.

La segunda en discordia

Se habla mucho de quien va a tener el placer de poder experimentar la nueva sensación que va a proporcionar el sexo anal, pero poco de la afortunada que lo hará posible. Tienes, definitivamente, que armarte de paciencia. Por muchas ganas que tengáis, las cuestiones fisiológicas no se pueden obviar. Tienes la responsabilidad de hacer de este momento algo agradable para futuros encuentros.

No sobra decirte que la excitación tiene que ser máxima, con ello conseguirás que tu chica se relaje. Por muchas veces que hayas visto practicar sexo anal con la postura del perrito, no, no lo hagas la primera vez. Tu chica quedaría demasiado expuesta y solo te centrarías en hacer lo que habéis quedado en hacer y os frustaréis si no lo conseguís. Lo ideal es que le practiques sexo oral, que lubriques la zona, vayas bajando y probando cómo reacciona. Hay una zona extremadamente suave entre la vagina y el ano, la zona perianal, en la que puedes lucirte como maestra del cunnilingus porque es una zona muy sensible y muy agradecida, la verdad. ¿Beso negro? Pasar la lengua por la zona. Te garantiza una agradable sensación de cosquillas y placer. Cuando esté todo a tono, poco a poco, palpa la zona, aprieta suave, calienta la zona, estate atenta a las reacciones para no hacer daño e introduce el meñique. Si has llegado hasta aquí, felicidades. Ahora solo es cuestión de encontrar vuestra intensidad.

Higiene

Uno de los mayores temores de esta práctica es la cuestión sobre el higiene. No sobra decir que una ducha previa es recomendable, no, más que eso, es obligatoria. Si aún así no terminas de verlo claro, siempre puedes usar condón. Sí, los condones no están hechos para los dedos, pero tienen la ventaja de estar lubricados así que puntúan por dos. Y por supuesto, ¡nada de usar los mismos dedos por detrás que por delante! Si es así que sea porque te has quitado el preservativo y no planeáis volver ahí dentro sin protección. Responsabilidad ante todo.

Con toda esta información esperamos que si no lo practicas sea por una falta total de curiosidad y deseo, porque no hay nada más placentero que hacer lo que se desea en el momento justo.

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