Venga va, regálame una sonrisa. Celebremos que todos estos sustantivos ya no dañan -o no deberían dañar- a las mujeres que se enamoran o se sienten atraídas por mujeres. Es la época de la apropiación a las palabras para quitarles el valor negativo que se les imponía socialmente. Y, ¿ahora? Ahora forman parte de una amplia jerga con la que nos comunicamos sin pudor y con un empoderamiento y una visibilidad que ya nos hubiese gustado que llegase antes.
AVISO: El origen de estas palabras no es el real, pero vamos a reírnos un rato.
Bollera
Si no llamas bollera a alguna de tus amigas o te lo auto llamas, fracasaste como eso, como bollera. Imaginamos el inicio de la palabra como una cuestión lógica de la vida de antaño. Las mujeres se levantaban de madrugada para amasar durante la noche los bollos de pan del día siguiente mientras sus maridos socialmente impuestos dormían. Entre masa y masa, encendemos la brasa. Que si pásame la harina, que si échale un chorrito de aceite, que mira cómo manejo el rodillo… Lo veo claro. Era imposible no caer en la tentación.
Tortillera
Si te dijésemos que tortillera es lo mismo que bollera solo que hace tortillas en vez de bollos, tendríamos una imaginación muy escasa. No, vamos a ir más allá. Se les llama tortilleras porque rompen huevos si alguno se les aproxima. No creo que necesite más explicaciones.
Camionera
Todo el mundo sabe que tu primera novia te regala las llaves de tu primer camión para poder irte a vivir con tu segunda novia el tercer día de conocerla para que en el quinto te mudes con tu tercera relación. Si no hubiese camión, adiós a nuestra manía de lanzarnos a la convivencia como si nos ardiesen los pies si viviésemos solas. No queremos eso.
Invertida
Una persona que no sepa del tema diría que ser una invertida es una mujer que cambia de dirección, en este caso, que invierte su sexualidad hacia su mismo género. Bueno, como ya he dicho, eso es para una persona que no sepa del tema. Invertida es una mujer que ha invertido en su felicidad, y de ahí viene, de ver mujeres felices con una mochila de orgasmos de la noche anterior paseando por la calle libremente. Somos las brókers del amor y el sexo, amigas. Ni en Wall Street se han hecho operaciones de inversión tan rentables.