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El camino hacía la maternidad lésbica

11 de febrero de 2016 | Columnas
maternidad lésbica

Y contando...

Empecemos: El Universo nos ha puesto alguna piedra en el camino, bueno, más bien ha colocado una en mi riñón, y han tambaleado los cálculos. Pero cuando me propongo algo… En fin, llegó el momento: empiezo a tomar unas pastillas – ¡cierto! al final no hay agujas, bueno, hay una, pero ya lo contaré – y lo más importante: contar los días: hasta cinco, luego hasta once…

Texto: Natalia Cremades | twitter: @MamaoMami

Después de un par de ecografías… “Lo haremos el viernes”, “el jueves a las 5am tienes que pincharte” ¡y así me lo suelta el doctor! ¡Sin preliminares! Un pinchacito con algo parecido a un bolígrafo diez colores, de mi época EGB. Sirve para controlar el momento exacto en que estaré disponible para el ataque. Debo decir que no noté casi nada. Dicen, que porque la aguja es pequeña, yo digo, que es porque mi mujer lo hizo con mucho amor. No sé cuantas veces tendrá que hacerlo, mejor tenerla contenta.
Día catorce. Decidimos hacer la inseminación en la consulta de nuestro doctor. Lo que implica ir a una clínica a buscar la muestra – creo que lo llaman así porque les da vergüenza decir “esperma”, “semen”, lo entiendo… también di clases de sexualidad- Al salir, parece como si la gente pudiera detectar esos bichitos, pelados de frío, a través del papel…vale, en realidad nadie miraba. De vuelta a la consulta, todo fue muy rápido, y dos visiones diferentes: la científica, en la que el doctor y su ayudante entran a la sala hacen su trabajo en diez minutos, y van a por otra paciente. Y luego está nuestra visión. Una persona me dijo que el momento de hacerlo es mágico, así que no sé si las estrellitas que veía eran de la magia que flotaba a nuestro alrededor, o de los nervios – miedo – ilusión que llevaba dentro.

Debo decir que no noté casi nada…

El doctor dejó muy claro que podía hacer vida normal, a lo que mi mujer entendió que no debía moverme, ni hacer ningún esfuerzo. Y yo, ¿qué decir? Encantada con sus cuidados.

Y llegó, en mi opinión, lo peor: los días de espera. El doctor comentó que esperase si había retraso, y entonces hiciéramos un test de embarazo. ¡Vamos! ¿A quién quiere engañar? ¡Con una analítica de sangre lo puedes saber una semana antes! Durante esos días tenía mi demonito interior diciéndome que leyera cualquier cosa que pudiera darme una pista, mi sabio angelito decía que no lo hiciera, pero…que facilón es este angelito. En ningún sitio encontré ninguna pista, ninguna clave, ¡nada! Así que, cumplidos los días pertinentes, fui a hacerme la analítica.

En ningún sitio encontré ninguna pista, ninguna clave…

Resultados a las 18:30. No sabía que diez horas podían ser tan largas. Recogimos el resultado, y, por supuesto, no podíamos esperar a llegar a casa para mirarlo. Y resultó, que hay un 10% que se me ha resistido.
L – mi mujer se llama Laura, pero siempre me ha gustado el rollo de las iniciales como en la televisión – y yo hacemos un gran equipo. No hemos venido a participar, venimos a ganar.
Esto no acaba aquí… Vamos a por el segundo asalto.
Os informo…

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