Y las semanas van pasando… sí, semanas
Por favor, que incluyan un nuevo tema en Ciencias, que explique por qué el embarazo se cuenta por semanas. Ya de paso, que también digan que se cuenta desde la última regla, no desde el día de la concepción.
Texto: Natalia Cremades | twitter: @MamaoMami
¿Por qué es así? Pues científicamente no podría afirmar, tengo una teoría acerca del ciclo, aunque, la verdad, tenía cosas más importantes que preguntar al ginecólogo, que porqué cuentan así los embarazos. Pero la gente tiene una gran preocupación en porque semanas ¡y no meses! “- ¿De cuánto estás? – De 20 semanas. – Y eso ¿cuánto es?” ¡Pues 20 semanas!
Nosotras visitamos al doctor cada mes, veíamos todo el desarrollo. Y ahí que me presentaba yo, cada mes, con todas mis dudas: puedo dormir de lado, puedo ir a un concierto, puedo teñirme el pelo, puedo… En resumen, las teorías de las abuelas ya no sirven, casi todo es mentira, así que, en caso de duda, consultar con el doctor, siempre, y si no dudas, también. Las ecografías importantes, salían bien. Descubrí que te dicen el peso del bebé, pero en realidad lo que hacen es una aproximación, con sus medidas. Empezó fuerte, se mantenía en un percentil 80, quiere decir que solo un 20% pesaban más que él en el mismo tiempo.
¡Ya teníamos quien nos colgara los cuadros!
Nos dijeron que a partir de la semana 16, si teníamos suerte, podríamos saber si era niño o niña. Nos tocaba visita en la 18, y queríamos saberlo. Mi mujer buscó por Internet todas las teorías y señales, para adivinarlo. Dichoso Internet… Dicen que, por lo general, los niños se ven antes que las niñas, les es difícil esconder lo que tienen entre las piernas. Y vaya, el nuestro, después de darle varios meneos para que abriera las piernas, pegó una voltereta, lo dejó clarísimo.
¡Niño! ¡Ya teníamos quien nos colgara los cuadros! La niña le toca a mi mujer. A partir de ese momento, se quedó sentado plácidamente. Creo que se vengó, por el vaivén.
Teníamos dos nombres de niña y dos de niño, y mi mujer era la que tenía que decidir. Por más que le presionaba, nada. Al salir de la consulta ese día, le dije: “- ¿Ya lo sabes? – No.” ¡En serio! No…sí que lo sabía: Leo.
Más explicaciones. “Leo ¿de qué?”, “¿De Leonardo?”, “¿Por Messi?”, “¿De Leoncio…?”
A los pocos días, lo noté por primera vez. Todo el mundo me decía como era lo que notaría. Pues no se pareció a nada de lo que me habían dicho. Al principio me asusté. Reconozco que me pasé el embarazo asustándome, cada vez que notaba algo nuevo. Luego, no sé como describir lo que sentí, lo que sí supe, es que no estaba sola. Éramos dos. No es que antes no lo supiera, pero ahora él participaba. Participaba en todo, me entendéis, ¿verdad?
Entre tanto, me tocó la analítica del azúcar. Ese líquido naranja, del que todas hablan, que sabe a…malísimo. Reconozco que cuando lo tomé la primera vez, no me supe tan mal como decían. Pero tuve que repetirla, porque me salió un poco alterada. Y yo que pensaba que mi hijo y yo nos íbamos a llevar bien… La segunda vez, el líquido llevaba el doble de azúcar, no hace falta que diga más… Mi hijo se estaba ganando un castigo antes de salir. “Intolerancia al azúcar”, ya está, ¡castigado! A dieta lo que quedaba de embarazo.