4 Consejos para llevar mejor la soledad
Por: Begoña Merino
Periodista y blogger | www.begonamerino.com
Tu relación de pareja se rompe, te mudas de ciudad o de país, has pasado una época en plan ermitaña y perdiste el contacto con tu gente… Un buen día descubres que estás más sola de lo que te gustaría. Puede que no sea tu situación favorita, pero no es el fin del mundo. Te damos algunas pistas para sobrellevar la soledad cuando no la has buscado.
Por qué pensar en la soledad
La mejor razón para aprender a manejar la soledad es que forma parte de la vida. Y además, ¿sabías que cada vez más personas, más mujeres, viven solas? Llegada la situación, tienes dos opciones: compadecerte de ti misma y dejarte caer en los brazos del sufrimiento, o tratar de mejorar tu situación y aprender de ella. Es cuestión de echarle ovarios y convertir la soledad en una situación temporal de la que puedas emerger como una diosa fénix.
Pero ¿tan malo es estar sola?
“La desgracia compartida es menos sentida”, dice el refrán. A veces, basta con contarle tu problema a una amiga para sentir alivio. ¿Y si no tienes a nadie a quien contárselo? Además de eso, cuanta más gente conoces y tienes en tu vida, mayor es tu red de apoyo. Si estás sola, sin posibles ayudas, sin red de conocidos, amigos, familia… eres más vulnerable. También se suele decir que somos animales sociales. Y es que seguramente, nuestra especie no hubiera podido sobrevivir y llegar hasta aquí si no hubiéramos cooperado durante toda la historia. Los científicos también han estudiado los efectos de la soledad sobre la salud. Una investigación reciente concluyó que vivir en soledad es tan perjudicial como fumar 15 pitillos al día.
Cómo ponerte en marcha
No tienes a nadie con quien salir, a quien contarle tus cosas, que te dé compañía. Muy bien, pues se trata de ponerte en marcha para conseguir nutrir tu mundo relacional. Las relaciones se construyen: eso quiere decir que nadie vendrá a casa a buscarte. Por tanto tienes que coger las herramientas y ponerte a currar. Cuando venimos de una época baja anímicamente, cuesta volver a salir al mundo. O si hemos tenido una ruptura, o estamos viviendo en un lugar nuevo. Pero básicamente, el eje del cambio eres tú. Para conocer gente hay que salir de casa, estar dispuesta a dar la bienvenida a los demás y ser flexible: no exigir a las demás personas, o a las situaciones, que sean como nosotros esperamos.
Para esos días en que te sientas muy sola
Puedes compartir la presencia de otras personas en silencio, no hace falta que llegues a hablar con ellas. Siéntate en un parque o un bar, cerca de alguien que te caiga bien. Busca, si puedes, un rincón bonito, respira hondo, da la bienvenida a lo que sientes, aunque pueda doler un poquito. Concéntrate entonces en conectar con el sentimiento de ser parte de la familia humana, eres un miembro valioso de una comunidad de iguales. Si eres capaz de conectar con ese sentimiento, la soledad te parecerá una situación temporal, y no te sentirás aislada, que es una cosa bien distinta.
Herramientas para construir tu red de relaciones
Paciencia. No encajamos ni conectamos con todo el mundo, todos tenemos nuestro “público”. Sal, conoce gente y observa qué pasa. Si las relaciones no cuajan, sigue probando. ¿Recuerdas cómo conociste a tus antiguos amigos? Al principio tuvisteis que encajar, luego todo rodó.
Divide tus necesidades en pedazos. Por ejemplo, si necesitas compañía y no la tienes, la puedes encontrar en el día a día charlando con gente con quien coincides en tus actividades diarias: la persona que te vende el pan, que te sirve el café, quien se siente a tu lado en el tren, compañeros de trabajo… Si lo que necesitas es contar un problema y no tienes a quien, utiliza la escritura. Coge un trozo de papel y vacía tus preocupaciones, en plan diario o en plan carta, lo que te pida el cuerpo. Si no tienes con quien salir, no te quedes en casa. Aunque no seamos muchas, algunas salimos solas a comer, al cine, a ver exposiciones… Tal vez no sea el día perfecto, pero es mejor que quedarse en casa agobiada.
Échale valor. Sí, es verdad, la vida a veces nos putea un poco. Entonces es cuando te toca agarrarla por los cuernos y no dejar que te cornee, echarle ovarios. Con eso quiero decir atreverte a hacer cosas que normalmente no haces. Apuntarte a actividades con personas a quienes no conoces, empezar a hablar con una persona desconocida, o tener la paciencia de soportar el malestar de estar sola, cuando se presenta. Tú puedes.