Cuando dicen que quienes hemos salido del armario somos más valientes, o más fuertes, que quien no lo ha hecho todavía, no me parece justo.
Salir del armario, mostrarte al mundo como realmente eres, dejar de disimular e inventar excusas probablemente es lo mejor que te puede pasar. Sientes que te liberas, que la vida pesa menos. Pero no es fácil; si para ti fue un camino de rosas, lucky you, pero en general, dada parte de la sociedad actual, cuesta y puede causarte más de un problema.
Cuando has crecido viendo películas, series, leyendo libros en los que las parejas heterosexuales acaban juntas, felices y la vida les sonríe, y las lesbianas no existen o mueren, el futuro da mucho miedo. “Nunca se lo diré a nadie”, “solo quiero ser su amiga, por eso me gusta estar con ella”, “solo me gusta ella, no me gustan otras chicas”… ¿Os suena? Por suerte, hoy en día hay más referentes -y más que faltan-, pero al menos ya tenemos algún personaje que sobrevive, incluso algunas que ¡acaban juntas, con éxito y felices!. Y también chicas y mujeres reales que muestran su amor al mundo.
Pero también hay quien no lo hace, por miedo, por vergüenza, por no estar segura, porque no está preparada… Y, ¿quienes somos para juzgarlo? Hay que ser muy fuerte para estar encerrada en un armario y no volverte loca.
Es utópico -hoy por hoy- decir que no hace falta salir del armario, pero lo importante es saber que hay vida detrás de las puertas. Que nada estará tan oscuro y negro como dentro. Que siempre hay alguien al otro lado para sacudirte las polillas.
Un día leí una frase que me encantó, y me sentí tan identificada…
“Fuera del armario se respira mejor”.
Y, ¿tú? ¿Respiras mejor fuera del armario? ¿No lograste salir? Cuéntanoslo en comentarios.