Suena a ciencia ficción, lo sabemos, pero el estudio de la genética está ahí desde 1860, cuando Gregor Mendel empezó a experimentar con guisantes y cómo estos heredaban las características del anterior. No, no somos guisantes ni pretendemos serlos, pero la herencia genética está ahí para todo el mundo, tanto que hay innumerables estudios que demuestran la concordancia entre la genética y la homosexualidad al igual que hay otros tantos que la desmontan. Todo eso hasta que llega la observación y el estudio de la epigenética y sus marcas, pero vayamos por partes.
Una breve lección
El conjunto de ADN es un gen, y del conjunto de los genes nace un cromosoma. En total tenemos 23 cromosomas y es el par del último el que determina el sexo biológico de la persona (XY en el caso del varón, XX en el caso de la hembra). Bien, una vez sabemos esto, hay que pensar en la herencia genética. La información del gen es transmitida de padres y madres a hijos e hijas, de ahí que haya rasgos parecidos entre los miembros descendientes y sus progenitores (exceptuando mutaciones, pero ese es otro tema).
¿Genética y homosexualidad?
Pero, ¿la genética y la homosexualidad están unidas? Si nos basamos en lo que has leído hasta ahora, se podría decir que sí, exceptuando por un pequeño gran contratiempo y es que la homosexualidad no tiene carga genética.
¿Sabéis de esta gente que grita a los cuatro vientos que con padres homosexuales los niños y las niñas serán homosexuales? Bueno, pues no. Numerosos estudios han demostrado que la homosexualidad no es hereditaria genéticamente. En el caso de dos hermanos gemelos idénticos, es decir, nacidos de un mismo óvulo y un único espermatozoide y por consecuencia mismo ADN (recuerda: ADN > gen > cromosoma) uno puede ser homosexual y el otro no.
Es más, el ejemplo más sencillo y más cercano es preguntarte por qué hay homosexuales nacidos de heterosexuales si hay herencia genética. Bueno, porque no la hay.
Epigenética, ¿qué?
Para explicar lo que es la epigenética vamos a asumir que los genes son las instrucciones (en este caso de creación y desarrollo de un ser humano) y la epigenética es cómo se llevan a cabo estas instrucciones. La epigenética es el conjunto de reacciones químicas que activan o desactivan el código genético. Para que lo entiendas, es como los semáforos de la ciudad: el trayecto siempre será el mismo, pero el flujo de coches, el ritmo y las combinaciones de vías, no.
Hasta donde sabemos las epimarcas no se transmiten de generación en generación, sin embargo, el hecho de que algunas lleguen a traspasarse podría ser la explicación (si la hubiere y si la necesitásemos) de la homosexualidad.
Durante la gestación fetal las epimarcas se encargan de proteger el sexo biológico de cualquier variable, por ejemplo una demasiada exposición a la testosterona en el caso de las hembras biológicas o demasiado poca para los varones biológicos. Si las epimarcas son trasmitidas, por ejemplo de padre a hija, no se regulará el control de testosterona de manera esperada para una hembra biológica y eso se traduce en diferentes cambios de la cisheteronorma, ya que este control que debe efectuar la epimarca regula todo el espectro sexual.
La controversia
El problema de todo esto es pensar que una transmisión de epimarca es una anomalía, por el simple hecho de ser menos común. No tiene sentido así como no lo tiene el pensar que los ojos verdes son una anomalía al saber que tan solo el 2% de la población los tiene, ¿verdad?
Además, cuando hablamos de epigenética y homosexualidad tan solo hablamos del aspecto “técnico”, cuando sabemos que somos más que información biológica y entran en juego otros aspectos como la cultura, la educación y los propios deseos individuales.