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Lo que los heteros piensan de nuestras relaciones sexuales

7 de junio de 2017 | Columnas
lo que los heteros piensan

Tenemos la vida tan encorsetada y los límites tan marcados que cuando algo se sale del redil, automáticamente se tacha de inválido. Por ejemplo, si eres blanco, cis, hetero y hombre, eres válido para todo. Si no lo eres, ya hay que plantearse en qué jerarquía social entras. Sí, jerarquía social, esa organización que se empeña en ordenar y cualificar absolutamente todo a la espera que caigas en su trampa de empresa piramidal. Hasta algo tan íntimo como el sexo ha sido puesto a disposición de juicio. Pues nada, habrá que explicarlo.

No es real

No, es un espejismo. Es así, habéis venido a abrirnos los ojos y os lo agradecemos desde lo más profundo de nuestra entrepierna. De verdad, gracias. Jamás se me hubiese ocurrido pensar que todo lo que he estado haciendo los últimos diez años ha sido un sucedanio de lo que tú, querido macho dominante, haces de verdad.
Ahora en serio: No, no tenemos un erguido miembro entre las piernas y, adivina, ¡ni falta que nos hace! Entiendo, de verdad que sí, que tu educación se ha basado en abanderar tus genitales desde que te salió el primer caracolillo de pelo ahí abajo y que si no puedes usarlo como argumento de conquista, te desmoronas. Revisa la sociedad, no es nuestra culpa.
El clásico mete-saca se puede hacer, entre otras cosas, los dedos, por ejemplo.
-¡Ah, pero me vas a comparar un par de dedos con una buena p****! -dijo hasta la saciedad un hetero.
Error. No te lo comparo porque es incomparable. Entre el índice y el meñique me he encontrado doce articulaciones. Dime, ¿cuántas tienes tú? Ah. Además, para más información, el primer tercio de la vagina es el que más terminaciones nerviosas tiene, así que no es una cuestión de tamaño. De nada.

Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia

Está cambiando, no lo voy a negar. Es más, voy a romper una lanza por todas aquellas personas que están haciendo posible que la industria del porno deje de ser tan casposa y empiece a mostrar situaciones un poco más acorde a la realidad. Pero en general, no, no es como el porno.
Al pensar sobre este cliché tan básico, me ha venido a la mente una teoría quizá no tan descabellada: si la gente piensa que el sexo entre mujeres es como el que sale en el porno, ¿es porque el sexo que tienen es como el del porno? No voy a opinar sobre esto, no me concierne. Pero ahí lo dejo.
El caso es que en un porcentaje bastante alto de los vídeos eróticos donde dos tías se magrean como por obligación, aparece al final un hombre (suele ser un profesor, un butanero o un mecánico) para ponerle la guinda al pastel. A ver, vale que nos hemos tragado cinco escasos minutos de roces sin sentido, masturbaciones con una especie de minipimer y jadeos dos octavas por encima del soprano, pero, ¿un hombre? ¿en serio? A ver, que por norma general no tenemos ninguna intención de saciar vuestras fantasías. ¿Qué comen los perros? Sobras. Pues eso.

“Si hay consolador es hetero”, obvio

La lógica aplastante me tiene abrumada. ¿Cómo no lo había pensado antes? Si me gusta la penetración es que soy hetero. ¡Paren las rotativas! Esto hay que publicarlo a doble página en el periódico de Tus Ganas Daily.
Bromas a parte, lo único que un hetero consigue diciendo cosas así es que nos volvamos más lesbianas y reducirse a sí mismo a un mísero pene. Sin ofender, creo que los genitales de alguien son una ínfima parte de lo que una persona puede aportarte en la cama. Haya genitales masculinos o no, tenemos unos ojos que ven, unos oídos que oyen y unas manos que tocan y, joder, no queremos la cara de un hombre a dos centímetros de la nuestra, ni sus gemidos ni su piel. ¿Os entra ya en la cabeza?

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