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Sentirte libre siendo lesbiana

17 de mayo de 2017 | Derechos LGBT

Desde que nacemos se presuponen cuestiones sobre nosotras que ni nosotras pensamos. Color rosa, muñecas, cocina de juguete… y, aunque ahora nos suene terriblemente machista, esa senda llamada “lo que una mujer debe ser” nos ha llevado a lo que somos ahora; mujeres que tienen que dar mil y una explicaciones por no seguir “la norma” social. Y aunque te guste el rosa, las muñecas y seas una experta de los fogones, tal vez acabaste harta de la dichosa pregunta cuando eras niña: “¡Qué mayor estás! ¿Ya tienes novio?” No, señora. En el armario no nos metimos nosotras; el armario lo construyeron entre todos a nuestro alrededor. El armario es la sociedad.

La sensación de libertad, aunque no puedas controlarla de la sociedad hacia ti, sí que tienes el poder absoluto de ti hacia la sociedad. Salir del armario, si algún día estuviste en uno, habrá marcado un antes y un después en tu vida. No porque sea completamente relevante con quien te acuestes, sino porque despejarás de un plumazo la normatividad impuesta y eso significa libertad para ti y para muchas.

Efecto dominó

Estamos juntas en esto. El hecho de que tú vivas tu sexualidad y tu orientación con total naturalidad implica dos cosas. La primera, que desestigmatizas la homosexualidad. Nadie (o casi nadie) va a tratar con naturalidad algo que se lleve con miedo, escondido y con vergüenza. ¿Acaso las parejas heterosexuales se esconden? Nosotras tampoco.

La segunda, y con la que nos haces un gran favor a todas, es que te conviertes en referente de alguien. Las personas somos así, Noelle Neumman ya explicaba en su teoría de la Espiral del Silencio el fenómeno de una minoría ruidosa contra una mayoría silenciosa. Y aunque esta teoría se realizó para probar el efecto de los medios de comunicación en la opinión de la sociedad, puede estrapolarse a la realidad de la calle. ¿Quién miraría mal a una pareja de lesbianas dándose un beso si lo vieses en cada calle? Tenemos que ser la minoría ruidosa. Gracias, Noelle.

Cambio ideal

La libertad que obtenemos quitándonos las cadenas se soluciona con una inexistencia de éstas. Según un estudio científico elaborado en Canadá y publicado en Phycosomatic Medicine, las personas homosexuales que se liberan del prejuicio impuesto y se declaran como personas no heterosexuales, son más felices. De eso se trata, de tú felicidad, no de la aprobación de otros.

Para evitar un acto que, aunque hoy en día sea necesario para visibilizar y normalizar definitivamente las relaciones entre personas del mismo sexo, sigue siendo un proceso que no nos debería corresponder, la sociedad ha de cambiar. Los estereotipos, los prejuicios, el suponer, el catalogar de normal algo para excluir el resto; todo eso, forma parte del pasado.

No ocultarlo es sano. Representarte, sentirte más cerca de lo que de verdad sientes y eres, es la mejor manera de quererse. Respetarte para que te respeten.

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